Because maybe, you're gonna be the one that saves me
Cosas que hice cuando estaba vivo.
Llegaste en un atardecer, como un cuervo con un ala rota, como en la canción…
No sabía qué hacer, no sabía cómo debía tratarte. Desconfiabas de la gente, como suelen hacerlo los animales salvajes, seguramente con razón. ¿Cómo explicar que sólo quería curarte, que no era una amenaza? Tu instinto de huir era más fuerte que el dolor de tus heridas. Pero al final cediste al agotamiento —que sea lo que tenga que ser— parecías pensar —ya no tengo más fuerzas…
Te fuiste recuperando, cada día más fuerte, también con algo más de confianza en mí, pero manteniendo siempre esa distancia con la gente que no te había tratado bien, gente de la que seguramente, ya nunca te volverías a fiar.
Y una mañana, ya no estabas. Continuaste el viaje, si es que de un viaje se trataba, y sólo quedó la sensación, cada vez más difusa, de tu paso por mi refugio.
Y pasó el tiempo, y se perdió tu memoria y tu rastro desapareció.
Y ahora, de pronto, a través del espacio y del tiempo, me llega la noticia de que ya no estás. Te abatieron por segunda vez, esta definitiva, y ya no volviste a remontar el vuelo. Los recuerdos acuden a la llamada y vuelvo a verlo todo como si fuese ayer.
Miro por el retrovisor y veo el Focke-Wulf a pocos metros detrás de mi cola. Hago toda clase de maniobras intentando desviarme de su trayectoria pero en vano. Es un buen piloto. Está tán cerca que no me puede encuadrar en su colimador de tiro. Levanta el morro para frenar y se aleja lo suficiente para apuntarme. Veo las llamaradas en sus cañones de 20 milímetros y oigo las secas detonaciones de los disparos. Siento como si estuvieran golpeando mi fuselaje con un martillo. Son los impactos. El cristal de la cabina se tiñe de negro. Escapes de aceite y de glicol. Pierdo la visión. Sale fuego por debajo del panel. Veo a los lados cómo las alas se pliegan y se desprenden con un crujido de madera astillada. La aceleración es tán fuerte que no puedo soltar el arnés. Entro en una caída libre en espiral. Se que es el fin.
Y en este mundo de sombras por donde me muevo, quiero creer que vagas, aunque no se dónde. Aquí apenas nos comunicamos unos con otros. Nos cruzamos ignorándonos como si no quisiéramos recordar, tratando de borrar a un tiempo lo que fue y lo que pudo haber sido.
Creo que andas por aquí, y que te he perdido otra vez, porque nuestra memoria se va debilitando y ya apenas te reconocería, pájaro errante, pájaro herido, abatido de nuevo, perdido para siempre.