Second Life


Sentenced to drift far away now,
Nothing is quite what it seems,
Sometimes entangled in your own dreams.


Cosas que hice cuando estaba vivo.

A veces, por la noche, tarde, muy tarde, cuando ya todos estaban dormidos y nadie notaba mi ausencia, iba hasta el salón y silenciosamente conectaba el laptop. Tomaba la precaución de anular el sonido para evitar que se oyera ese jingle sintético que anuncia el arranque de Windows. Conectaba los auriculares y entraba en internet.

Veía muchas cosas, aunque siempre solía acabar en los mismos sitios, principalmente en YouTube. Encontraba allí músicas del pasado y otras más recientes que a veces me sorprendían gratamente, a pesar de que siempre me he inclinado por el clasicismo, antiguo o moderno. ¿Hay un retorno a la adolescencia con el paso de los años? Quién sabe.

Y otras veces contemplaba vídeos publicados por algún vlogger, personas anónimas, de mirada perdida, fija en la cámara plantada en la soledad de sus habitaciones. Y me hablaban de sus vidas. Una extraña relación asimétrica.

Me intrigaba descubrir que me interesaban, que a veces me conmovían, que vivía sus días como se vive la ficción de una novela absorbente de la que no podemos apartar la vista. Una mezcla de voyeurismo y vida paralela. Descubrí que podía tener sentimientos hacia personas a las que nunca he visto y a las que nunca veré.

La gente me decía: «Estás loco, hay un mundo real además de internet, un mundo real ahí fuera». Y yo pensaba: «Es verdad, pero ese mundo real de ahí fuera lo conozco ya muy bien, demasiado bien. Y sigue sin gustarme».

Dice una conocida vlogger en uno de sus vídeos: «Lo siento, no puedo ser todo lo que quieres que sea para tí». Es verdad. Pero también lo es que hay otra vida, la que estaba descubriendo a la vez que inventando en la realidad paralela de la red. Second Life.